miércoles, 20 de abril de 2016

Columna SIN RODEOS: ¿Nueva visión del agua?


Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com

Transcurridos apenas 45 días de su toma de posesión, Enrique Peña Nieto efectuó su primera gira a Tabasco (14 de enero de 2013) para hacer un anuncio que a los tabasqueños les creó enormes expectativas dados los infortunios que su principal recurso natural –el agua– les venía causando de manera recurrente cuando se presentaba en exceso.
En aquella fecha, cuando Arturo Núñez Jiménez tenía sólo 14 días en la gubernatura, el Presidente de México anunció desde aquí el Programa Nacional de Prevención contra Contingencias Hidráulicas, y habló de construir y potencializar una nueva visión del agua para Tabasco.
La cosa parecía que iba en serio y en grande, pues aunque en ese momento no se precisaron acciones a realizar se enfatizó que habría propuestas y propósitos coincidentes con el gobierno estatal no sólo para evitar inundaciones que pusieran en riesgo la seguridad de la población, su patrimonio y la infraestructura de la entidad, sino hacer del agua una aliada del desarrollo del estado.
“Ésta es una muy buena oportunidad para iniciar una relación fructífera”, le recalcó Peña Nieto a Núñez Jiménez cuando ambos recién estrenaban sus mandatos y para dejar claro que la diferencia de filiaciones partidistas –priista el primero, perredista el segundo– no sería obstáculo para trabajar en propósitos comunes.
No puede decirse que la relación entre ambos mandatarios haya sido de conflicto estos más de tres años transcurridos; creo que el respeto y la cordialidad las distingue. Sin embargo, en cuanto a compromisos presidenciales, a los tabasqueños les han quedado mucho a deber, tanto en el tema del agua como en otros rubros fundamentales para el desarrollo estatal.
Poco, muy poco se ha avanzado en el tema del agua para que podamos hablar de una nueva visión, de un aprovechamiento racional e integral de este recurso, como ocurre en otras partes del planeta.
Lo único que ha cambiado es el nombre de las estrategias, que comenzaron a inicios del siglo con el Programa Integral contra Inundaciones (PICI), que para fines de la primera década ya se llamaba Plan Hídrico Integral de Tabasco (PHIT).
Un recuento somero de lo realizado los últimos ocho años, arroja que casi estamos en las mismas de 2013 cuando quien dirigía la Comisión Nacional del Agua (Conagua), David Korenfeld Federman, nos vendió el espejito de que “Tabasco tendrá un futuro próspero con el agua”.
De acuerdo a datos de la misma Conagua, en el periodo 2008-2013, con el PHIT se habían construido 257 kilómetros de bordos de protección y ocho escotaduras, entre éstas El Tintillo y Sabanilla, y el puente Zapote III.
Desde el 21 de marzo de 2013, que la nueva estrategia se denomina Proyecto Hidrológico de Tabasco (Prohtab), la cosa está casi igual. Le agregaríamos la conclusión de la compuerta El Macayo –inaugurada el 21 de junio de ese año– para el control de las avenidas del río Mezcalapa hacia sus afluentes Carrizal y Samaria, que llevaba 11 años de atraso, como ocurre con todas las grandes obras federales en la entidad.
Los cercos de cemento y arcilla que amurallaron Villahermosa han evitado, sí, que las crecientes de los ríos Grijalva, Carrizal y Viejo Mezcalapa causen nuevos estragos a la capital, pero generaron otro problema: cerraron las salidas al agua de lluvia.
Para remediar este olvido en los planes de protección, el ayuntamiento capitalino que recién concluyó tuvo que hacerle la chamba a Conagua con el desazolve de la red de canales internos y la construcción de lo que llamó estaciones de bombeo aéreas.
Cuando arrancó el Prohtab se anunciaron 185 obras y acciones para el control de inundaciones, el aprovechamiento del agua con fines productivos y el mejoramiento de sistemas de drenaje y alcantarillado. Incluso se presumió que se disponía de una bolsa superior a dos mil millones de pesos que se han venido prorrogando y ejerciendo casi a cuentagotas.
Todavía en este 2016 se habló que de la bolsa quedaban mil 100 millones de pesos para ejercerse este año, pero la última noticia que dio el director local de Conagua, Alejandro Gutiérrez Marcos, es que los recortes presupuestales que hizo la Secretaría de Hacienda al presupuesto federal, despojaban al Prohtab de 500 millones.
Lo disponible –600 millones– alcanzarán apenas para no dejar botadas obras en marcha y remendar los deterioros que son palpables en la infraestructura de protección de Villahermosa y otras cabeceras municipales ribereñas.
Ni en sueños se lograría que el gobierno federal dispusiera –vía Conagua– de una partida extra de tres mil 500 millones de pesos, que desde aquel 2013 le solicitó el gobierno municipal para renovar el drenaje de esta capital.
Los gobiernos estatal y capitalino han hecho su parte con la adecuación de la normatividad para evitar el crecimiento poblacional en zonas de riesgo y mantener en óptimo funcionamiento los sistemas de desalojo de aguas pluviales, pero la Federación tiene una asignatura pendiente con los tabasqueños: la promesa presidencial para construir una nueva visión del agua, para que este recurso deje de ser amenaza y se convierta en un firme soporte del desarrollo.
¿Será posible esto antes de que finalice el régimen peñista? Doble contra sencillo.

AL GRANO

AGRADEZCO A Rumbo Nuevo y al director general Jorge A. Javier Quero la oportunidad de regresar con esta columna a las páginas del Diario de la Vida Tabasqueña, sin duda un periódico que día a día se refrenda como uno de los pocos espacios de nuestro Tabasco, abierto a la libertad de expresión, a la diversidad de opiniones y al periodismo responsable. Eso queremos seguir haciendo aquí de lunes a viernes.

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