Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Recuerdo aquellos
tiempos allá por los 70 en que la enseñanza básica se apoyaba, además de libros
de texto gratuitos que siempre llegaban puntuales al inicio del ciclo escolar,
de algunas herramientas como el juego de geometría y el diccionario. A fines de
esa década hizo su aparición la calculadora portátil, que muchos maestros llegaron
a prohibir en sus clases. Nada que ver con lo que sucede ahora, donde el uso de
laptop y tabletas electrónicas ya es algo común no sólo en escuelas
privadas, sino también en planteles públicos.
Creo que
es un acierto de los gobiernos –englobo a los tres órdenes– dotar de herramientas
tecnológicas a los alumnos y maestros de escuelas públicas para fortalecer el
proceso de enseñanza-aprendizaje, dado que las condiciones económicas de los
padres de familias harían prácticamente imposible adquirir esos dispositivos,
si de por sí batallan para comprar uniformes y útiles escolares.
Me tocó
ver en 2009 un programa piloto del
ayuntamiento de Centro para entregar computadoras portátiles a una primaria de
la colonia 1° de Mayo, en Villahermosa, cuyos alumnos de cuarto a sexto grado,
tuvieron acceso a esos equipos con conexión a internet; además, sus salones
fueron equipados con pizarrones electrónicos. La iniciativa murió con el cambio de alcalde.
Luego, en
octubre de 2014, el Presidente Enrique
Peña Nieto entregó computadoras portátiles a alumnos de quinto y sexto de
primaria de escuelas públicas de Tabasco, Sonora y Colima, como parte de un
programa que se extendería por todo el país para reducir la brecha digital y mejorar las condiciones
de aprendizaje de los niños. Para Tabasco fueron 102 mil equipos.
El
programa MiCompu.Mx cambió pronto las
computadoras portátiles por las tabletas electrónicas, que son los dispositivos
que se entregan en la actualidad.
El
gobierno de Arturo Núñez Jiménez,
por su parte, empezó en 2013 la distribución gratuita de tabletas electrónicas
a estudiantes de planteles de Cobatab ubicados en zonas de alta marginación.
El primer
año fueron dos mil 500 dispositivos. En 2014 aumentó a 10 mil estudiantes
favorecidos; en 2015, a 15 mil, y en este 2016 a 25 mil, con lo que todos los
alumnos de nuevo ingreso a prepa
cuentan ya con su tableta portátil.
El
gobierno federal, por su lado, continuó beneficiando a estudiantes de quinto grado
de primaria con tabletas electrónicas. Sólo que en este ciclo 2016-2017 se
presentó un problemita: los
dispositivos no han llegado. Ni uno. Y ya tiene un mes que empezaron las
clases.
Según la
SEP, en Tabasco distribuirá 49 mil tabletas del programa MiCompu.Mx. La delegada de la dependencia federal, Olivia Azcona Priego no ha sabido
explicar por qué el retraso.
“Las
tabletas no están en el estado todavía; estamos en espera de que esto suceda”, expresaba
el 22 de agosto. Y se defendía con este argumento: que en el inicio
de clases “no es indispensable” que el alumno posea su tableta.
Pasó la primera semana de
clases y la funcionaria seguía en las mismas: que ya merito llegaban las tabletas.
Llegó septiembre y no hay para cuándo arriben al estado las
49 mil tabletas para comenzar su distribución. Y tan desorientada anda la
delegada que adujo: “Estamos a la espera que la SEP
nos precise más información al respecto… hasta el momento no se tiene fecha”. (Telerreportaje, 01/ Sept./ 2016)
Insistió en que, por
ahora, con los libros de texto gratuitos es
suficiente para que los alumnos sigan con el plan de estudios.
Esperemos
que para Navidad los niños
tabasqueños reciban sus tabletas electrónicas, que ya han de haber sido pagadas
al proveedor que seguramente las trae desde China. ¿O esperamos a los Reyes Magos?
TERREMOTO DE CDMX, 31 AÑOS
CON VEINTIDÓS AÑOS de existencia, el
autor de Sin Rodeos estuvo el 19 de
septiembre de 1985 en la Ciudad de México… A las 07:19 horas, un fuerte temblor
que sacudió todo el edificio de la colonia Vertiz Narvarte donde me hallaba de
visita en el departamento de Francisco
García Davish –actual director de la prestigiosa agencia Quadratín–, nos despertó… El viaje
vacacional a la capital mexicana se interrumpió y de pronto nos vimos
reporteando, recorriendo todas las zonas devastadas…
LO PRIMERO QUE vi por esos rumbos fue el
edificio de la SCOP en el suelo… Vi una de las torres del hospital Juárez derrumbada también… La torre de
transmisiones de Televisa Chapultepec,
atravesada en la avenida… El edificio de la Policía capitalina hundido un piso…
No había Metro, ni transporte público…
Toda era caminar largas jornadas y gente deambulando por todos lados, entre
edificios caídos, entre el ulular de ambulancias, en medio de paramédicos y
voluntarios, quizá buscando familiares extraviados…
AL DÍA SIGUIENTE fuimos al parque del
Seguro Social que era la gran morgue
para miles de personas que habían perdido la vida… No fue fácil ingresar… Con
García Davish, reportero de Unomásuno
y Tomás Cano Montufar, reportero de Excélsior (yo trabajaba en Diario de
Sotavento, de Coatzacoalcos, Ver.) nos trepamos
a una vagoneta cargada de hielo en bolsas que llevaba al interior de la casa de los Diablos Rojos de México, las cuales se colocaban encima de los
cadáveres para evitar su descomposición…
A LO LARGO de mi vida reporteril –34 años–
he visto infinidad de tragedias, cientos de muertos, pero hay una imagen que no
olvido, conservo intacta en mi memoria: la de un bebé con su boca, fosas
nasales y oídos cubiertos con algodón… Un bebé de días de nacido, sin su madre,
solo entre varios cientos de cadáveres sin identificar… Un bebé aplastado por
este terremoto que devastó gran parte de la capital mexicana, que vivió ese 19
de septiembre de 1985 la peor tragedia de que se tenga memoria… Hace 31 años.
La primera vez que respiré el olor a muerte…
AL
GRANO
En preparativos para la gira del
Presidente Enrique Peña Nieto el fin de semana. Irá a Huimanguillo, si no se
pospone de última hora. Como sucede
con la visita del jerarca priista Enrique
Ochoa Reza, ahora reprogramada para el 8 de octubre.
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