viernes, 26 de julio de 2019

SIN RODEOS: ¿Pírrico aumento?


Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com

En tiempos de jauja y hasta de estrechez financiera gubernamental, los aumentos a las percepciones de la burocracia tabasqueña nunca dejaron de ser generosos. Por muchos años, el sindicato de los empleados estatales y de los municipios –al igual que las demás organizaciones minoritarias– obtenía no sólo substanciosos incrementos a los salarios y prestaciones de sus agremiados, sino también conseguía prebendas para la cúpula.
Satisfacer pliegos de demandas laborales cada vez más ambiciosos del Sindicato Único de Trabajadores del Servicio del Estado de Tabasco (SUTSET) llevó a administraciones estatales y municipales a comprometer hasta lo que no iban a cumplir, y cuando no les alcanzaban los presupuestos, concedieron más tiempo de vacaciones –hasta inventaron las extraordinarias–, días económicos y uno al mes para acudir al médico (aparte de las incapacidades), pases de salida y un día mensual para la asamblea sindical.
La jornada laboral se redujo a siete horas. Además, los sindicalizados gozan de dos periodos vacacionales formales de 10 días hábiles al año, con sus respectivos sábados y domingo; descansos en días hábiles como marca la ley, por cumpleaños, por día de la madre y día del padre
Y cuando no puede subírsele al salario, se han incrementado los montos de las prestaciones: vales de despensa; canasta alimenticia; bonos de puntualidad, de asistencia y de productividad; estímulo al desempeño; bonos del día de la madre y día del padre; ayuda para renta; bonos de útiles escolares y navideño, y la madre de todas las prestaciones: el aguinaldo, que en el caso de los empleados estatales equivale a 85 días de salario, y varía en los municipios, pero en la capital tabasqueña es envidiable, pues representa 93 días.
La liga se ha estado estirando tanto, que hoy ya no hay dinero que alcance para compensar las exigencias sindicales. O dicho de otra forma: hay presupuestos que se van casi por completo al pago de la nómina, el famoso gasto corriente. Y todo eso deben sostenerlo los gobiernos en funciones, aunque sean gastos excesivos o nos les alcance el dinero; además, deben conceder su propio aumento salarial y otorgar su añadidura a los bonos, vales y demás estímulos.
La negociación salarial 2019 entre gobierno estatal y SUTSET no dejó satisfechos a muchos sindicalizados, pues el aumento fue de apenas 3.2 por ciento –uno de los bajos que se recuerde–, y trajo un complemento que favorece a los que menos ganan (sueldo acumulado máximo de 100 mil pesos al año), de tres por ciento adicional; o sea que quienes cobran cuatro mil 166 pesos o menos quincenalmente, recibirán un aumento de 6.2 puntos porcentuales.
En el municipio de Centro se replicó este acuerdo por parte del ayuntamiento y la sección 01 del SUTSET. No hay información del resto de los municipios. Será interesante se dé a conocer cuántos o qué porcentaje de trabajadores sindicalizados se benefician con el incremento de 6.2 por ciento, y que se precise si alcanzará a los empleados de confianza que tienen bajos ingresos, puesto que su ajuste salarial va de la mano del que reciben los sindicalizados.
¿Por qué este incremento salarial tan bajo? ¿No había condiciones financieras en el estado para conceder un aumento mayor? ¿Qué pasó? Las interrogantes las respondió el secretario de Gobierno, Marcos Rosendo Medina Filigrana. Dio este razonamiento: “A diferencia de administraciones pasadas, nosotros queremos ser responsables. ¿Para qué les autorizan un aumento importante, si en diciembre no van a tener para pagar sueldos y aguinaldos? Mejor seamos prudentes, inteligentes y racionales; hagamos un incremento que sí podamos pagarlo y que el trabajador en diciembre pueda percibir su salario de fin de año como lo merece, porque ya lo devengó durante el año”. Y remató: “¿Para qué se le hace un incremento superficial e irracional que al fin de año no se pueda cubrir? Es una burla al trabajador”. (Telerreportaje, 25Jul.2019)
Dos de los monstruos administrativos de Tabasco –el gobierno estatal, que cuenta con casi 30 mil sindicalizados, en tanto el ayuntamiento capitalino, tiene unos cuatro mil– ya libraron la negociación salarial. Quizá los empleados que ganan poco consideren pírrico el aumento a su salario, pero deberá hacerse conciencia que hay escasez en las arcas de Tabasco, que los recursos deben ejercerse con racionalidad e inteligencia, como apunta el responsable de la política, para que alcancen para todos y para que haya viabilidad financiera.
Queda por definir el incremento salarial del Congreso local. ¿Cuánto acordará la Junta de Coordinación Política con los tres sindicatos a los que pertenecen sus 172 empleados? Lo bueno que son pocos, porque exigen seis por ciento.
Y hay varias asignaturas pendientes en la relación gobierno-sindicatos: el adelgazamiento de la burocracia, que temprano o tarde tocará a los empleados sindicalizados; la reducción de conquistas sindicales que algunas rayan en concesiones graciosas; las edades para jubilación, y un programa de retiro voluntario. Son temas en los que hay que ir pensando cómo atenderlos.

AL GRANO

LO QUE SON las cosas: antes era raro hablar de la ‘caída del sistema’ (sólo ocurría en elecciones), pero ahora que las tecnologías han avanzado a niveles que no hace mucho eran inimaginables, habrá que irnos acostumbrando…

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