Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
El cacicazgo que ejerció Romero Deschamps puede
compararse con el que en su momento tuvo en el STPRM, Joaquín Hernández Galicia, La
Quina, que tuvo una caída estrepitosa y violenta al inicio del régimen de Carlos Salinas de Gortari, cuando el
Ejército irrumpió en su casa en Ciudad Madero, Tamaulipas, el 10 de enero de
1989.
De la hegemonía de Carlos Romero fueron
testigos seis presidentes de la República –incluido el actual, Andrés Manuel López Obrador– y más de
una decena de directores de Pemex, y a diferencia de Hernández Galicia tuvo una
caída un tanto tersa, pues hasta el
momento no ha enfrentado la acción de la justicia por el sinfín de tropelías y
corruptelas de que se le acusa.
Era –hasta el miércoles– el prototipo de la corrupción e influencia de los políticos de la vieja escuela del PRI, partido que lo
hizo tres veces diputado federales y otras tantas, senador de la República. Era,
se creía, un intocable.
En un desplegado, Romero
Deschamps aseguró que su decisión de dimitir a la secretaría general del STPRM se
debe a que en este gobierno enfrenta “un escenario poco favorable” porque se ve
al gremio “como contrario” y no como un grupo que colabore al desarrollo de la
petrolera.
“Hoy, por razones poco claras, no observamos la cooperación que debe existir entre
trabajadores y administración para impulsar los proyectos que permitan el
verdadero avance de Pemex hacia su consolidación”, asentó. (Excélsior, 17Oct.2019)
En su conferencia de prensa mañanera del 16 de octubre, el Presidente
López Obrador confirmó que Carlos Romero enfrenta dos investigaciones por
presunto enriquecimiento ilícito y operaciones inusuales. Le secundó la secretaria
de Gobernación, Olga Sánchez Cordero,
quien declaró que el ex líder petrolero renunció para atender indagatorias,
pero “la decisión la tomó él”.
Siempre se le señaló de usar
durante 26 años los fondos del STPRM para enriquecerse ilícitamente. Quienes se
encargaron de hacer ostentación de su enorme fortuna fueron sus hijos Paulina y José Carlos Romero, que no repararon en exhibir Ferraris, relojes de oro de 18 quilates,
yates y departamentos en las zonas más exclusivas de Miami, y sus viajes
alrededor del mundo y las compras en tiendas de lujo que ella publicaba en sus
redes sociales.
Para el Presidente de México, con
la renuncia se termina el ciclo de un dirigente que tardó mucho tiempo en la
conducción del sindicato petrolero, y marca el inicio de una nueva etapa. “Ahora
tiene que respetarse a los trabajadores para que, de manera libre, elijan a sus
representantes”, apuntó López Obrador.
“Yo de
verdad que celebro lo que pasó el día de ayer y que, además, se haya logrado
sin violencia”, enfatizó el mandatario mexicano. Y subrayó que su
gobierno no intervendrá en el relevo, pues de acuerdo a la nueva legislación
laboral “no debe poner o quitar”
dirigentes en los sindicatos.
Sin embargo, el Presidente
delineó lo que debe ser el nuevo
sindicalismo mexicano: ahora los sindicatos pueden actuar con libertad,
democracia, transparencia y honestidad en el manejo de fondos, y no deben
permitir la corrupción en su interior, pues resulta inmoral que líderes
sindicales vivan en la opulencia, colmados de privilegios. “¿Cómo puede un
líder sindical ser al mismo tiempo un potentado? ¿De dónde sale ese dinero?”,
cuestionó.
¿Qué sigue ahora? ¿De verdad el nuevo régimen
gobernante llevará ante la justicia a Carlos Romero Deschamps? ¿O será el chivo expiatorio del sexenio?
Los antecedentes de los líderes sindicales, ex
gobernantes y ex funcionarios públicos encarcelados en la historia de este país
por haber saqueado inmisericordemente las arcas de sus organizaciones o el
dinero público, es que nunca se ha logrado que devuelvan lo robado. Aquí en Tabasco
casi llegamos al extremo de pedirles perdón cuando salen libres… por falta de
pruebas.
De nada servirá la caída de Carlos Romero si no se
aplica la justicia. Ése es el reto y el deber para el gobernante que ha
prometido ‘acabar con la corrupción’.
Éste es el momento para que el discurso de López
Obrador se acompañe de acciones, más que de buenos deseos. Si no se encarcela a
los corruptos, si no se les incautan los bienes mal habidos y si no se
democratiza el gremio petrolero, de nada servirá el derrumbe de Romero
Deschamps, porque más temprano que tarde veremos reeditarse las mismas
prácticas caciquiles y corruptelas.
AL GRANO
POR LO PRONTO, Manuel
Limón,
quien es tesorero del STPRM y diputado federal plurinominal por el PRI –es
oriundo de Agua Dulce, Veracruz, aunque su vida como petrolero la hizo en
Ciudad Mendoza– ha tomado la batuta en el gremio de manera interina, y dentro
de seis meses deberá convocar a elecciones, en las que podrá elegirse como
nuevo secretario general… ¿O…?
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