Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
¿Qué pasaría si en 2018 gana la
Presidencia de la República un candidato que no tenga respaldo de las mayorías?
¿Qué ocurriría si triunfa alguien que promete él solo poner fin a los problemas
y angustias de los mexicanos? ¿Con quién gobernaría un presidente ciudadano? ¿Qué podrá esperarnos como nación si alguien compra el Poder Ejecutivo regalando
dinero en campaña?
Quizá muchos, tal vez la mayoría de los ciudadanos
no se han puesto a pensar lo que depara a México después del 2018, porque no
acostumbran participar en la toma de decisiones, ni razonan el voto a partir de
lo que cada candidato les ofrece en campañas para mejorar las condiciones del
país.
Por la situación de pobreza que lastima
a gran parte del territorio mexicano, es posible que muchos electores estén
esperando no qué proyecto de nación les presentan los candidatos, sino qué le
darán éstos a cambio de su voto.
Arturo
Núñez Jiménez nos acaba de dar una amplísima exposición de los avances y riesgos de la
democracia mexicana, un tema que maneja magistralmente pues ha sido artífice de
reformas electorales desde 1988 hasta 2008. Lo hizo durante la inauguración de
la Tercera Semana de la Democracia, organizado
por el IEPCT –el órgano electoral local.
Trataremos
de abordar (en dos entregas) los aspectos que nos parecieron más relevantes de
su extensa disertación, en la que comienza señalando que debe haber el
equilibrio necesario entre el desarrollo
institucional y el desarrollo de la
cultura política. Si no se aparejan, si no se logran conjuntar, si no van
en armonía, pueden bloquearse mutuamente, advirtió.
Si los
comportamientos políticos rebasan el desarrollo institucional –indicó– habrá
turbulencias en la sociedad y quizá hasta movimientos subversivos y
revolucionarios que busquen por una vía diferente a la democrática modificar
el establishment, el conjunto de instituciones establecidas.
Apuntó el
mandatario tabasqueño que puede haber muchos esfuerzos de educación cívica y de
cultura política, pero todavía no se concretan en prácticas democráticas, “por
eso hemos sostenido que la cultura política de la democracia solo se asimila
practicando la democracia”.
En diversos
foros, Núñez Jiménez ha planteado –como lo hizo en éste que se celebró el lunes
18 en el Instituto Juárez– que la
transición democrática mexicana no ha concluido; se quedó inconclusa.
“Hemos
transitado a un sistema de partidos semi-competitivo
donde ya no hay un partido hegemónico, ya no hay un presidente hegemónico, pero
no hemos culminado el proceso”, asentó.
“Hay un
nuevo régimen político, sí, pero es un producto del cambio en la correlación de
fuerzas, no es producto del diseño, del talento, de la creación de las fuerzas
políticas para establecer el nuevo esquema organizacional que requiere la nueva
realidad mexicana, y todavía nos movemos dentro de un régimen político que no
acaba de morir del todo, y un nuevo
régimen político que no acaba de nacer
del todo, y esto es lo que hay que culminar”, expuso.
Arturo
Núñez reveló una conversación que tuvo con Enrique
Peña Nieto. “Yo gobernador electo, le dije: ‘Presidente (porque la
propuesta de la cláusula de
gobernabilidad era de él como gobernador del Estado de México): Están
partiendo de un diagnóstico falso, de que el Congreso tiene paralizado el país, y mire: el Congreso
ha hecho todas estas reformas constitucionales’. Le di los datos duros, le di los números, le dije cuáles: ‘la autonomía del
Banco de México, la reforma del Estado-Iglesia, la cancelación del reparto
agrario, la autonomía del INEGI, los derechos humanos, el amparo, la
transparencia y acceso a la información’; es decir, no nos hemos puesto de
acuerdo en unas reformas estructurales que en ese momento estaban detenidas: la
eléctrica, la petrolera, la fiscal, la de telecomunicaciones y la reforma
laboral. Bueno, finalmente las reformas se hicieron sin cambiar el diseño de
las Cámaras”.
Y abundó: “En
un acuerdo posterior, en privado, me dijo el Presidente Peña: ‘Usted tenía
razón: el problema no era de diseño, era de desempeño de las fuerzas políticas,
de operación política, de arreglos en
las Cámaras’, pero nadie podía decir que el Congreso tuviera paralizado al país, sino por el
contrario, ha habido una cantidad de reformas constitucionales bárbaras”.
Con todo,
subrayó, se busca construir algunas mayorías más estables; entonces se está
hablando del gobierno de coalición,
que no está establecido en ninguna constitución. La coalición es producto de la
política, no del derecho, acotó.
Abundaremos
sobre esta conferencia magistral. Quedan por revisar el déficit de ciudadanía
en procesos electorales y el desprestigio de los políticos.
AL
GRANO
VAYA CONMEMORACIÓN… Hace 32 años –19 de
septiembre de 1985– la capital del país fue devastada por un terremoto, con
miles de personas fallecidas… Ayer, en el aniversario de aquella gran tragedia,
la Ciudad de México y muchas poblaciones del centro de la República revivieron
el trauma con un sismo de 7.1 grados Richter…
Los saldos funestos crecen con el paso de las horas… Habrás que ayudar a los
hermanos en desgracia…
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