Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Conquistar,
retener y aumentar audiencias es un reto que enfrentan hoy día todos los medios
de comunicación para mantenerse vigentes, para existir y hasta subsistir.
La
competencia con otros medios, la irrupción de redes sociales, y un público que exige contenidos atractivos e
impactantes, obliga a empresas periodísticas, de radio y televisión a
convertirse en opciones multimedios y
ofrecer una gama de servicios y opciones de información y entretenimiento cada
vez más variadas que, incluso, rompen con moldes tradicionales o líneas editoriales.
Sin
públicos (lectores o audiencias) no habrá anunciantes, esos clientes que aportan a los medios los
ingresos para su sostenimiento.
Esto
plantea otro inconveniente: los sectores privado y público ya no quieren invertir en publicitarse, sea porque no
lo consideran prioritario, porque resulta un gasto excesivo o porque están en austeridad total.
En
el caso de los periódicos, la venta de ejemplares dejó de ser rentable para sus
empresas, porque hoy los leen más en sus portales de internet, que en las
ediciones impresas. Tampoco les resulta redituable la venta de suscripciones a
sus ediciones electrónicas, porque
todo se quiere de forma gratuita.
¿Qué
alternativas tienen los medios de comunicación para sobrevivir? No queda otra
vía más que atraer al público a como dé
lugar, porque a medida que aumentan lectores o visitas a páginas web –con vistas a los materiales escritos o imágenes, o reproducciones de
videos subidos a los plataformas digitales– habrá más
publicidad y más ingresos.
Las
grandes empresas televisivas modificaron los formatos de sus telenovelas y
ahora nos presentan series donde el elemento clave es la violencia, aderezada de lenguaje que no hace mucho
era prohibitivo en la pantalla casera.
Palabras como ‘pendejo’ o ‘chingada madre’, las escuchan hasta
niños, a diario, en los monitores. Y la opción es que si no se vio el programa
en tiempo real, puede reproducirse a
cualquier hora hasta en un celular.
Las
estaciones de radio se esmeran por estar
al día en la moda musical, y para subsistir en la competencia, han hecho recortes drásticos de personal, al grado
que muchas empresas han cancelado su barra noticiosa o la redujeron a la mínima
expresión, con una plantilla pequeña de comunicadores, que deben estar
informando continuamente de los sucesos cotidianos.
Los
diarios se debaten entre la vida y la
muerte. Es triste, pero cada vez es menos la gente que lee, a no ser que se
trate de mensajes de WhatsApp. La información general –eventos políticos, de
instituciones públicas o académicas, de agrupaciones empresariales, o las
opiniones de los líderes de opinión–
parece no tener mayor interés para ciudadanos, a no ser que se trate de
escándalos (la denuncia de corrupción contra un funcionario y la exhibición de
sus riquezas mal habidas).
Muchos
periódicos han tenido que optar por la magnificación
de sucesos de nota roja: las
ejecuciones en vía pública, asaltos violentos, secuestros…, para atraer y
cautivar a sus cada vez más reducidos y exigentes lectores.
Nuestros
ancestros compraban los diarios para enterarse cómo andaba el mundo y la
comunidad. Hoy el chisme supera a la noticia. Y quizá no sea de interés para
audiencias-lectores la puesta en marcha de políticas públicas para mejorar las
condiciones de nuestro medio, como sí lo son los eventos que atiborran las
secciones policiacas de muerte, sangre y actos de pillaje.
Hemos
llegado a un nivel peligroso en que la apología
de la violencia se ha vuelto una constante en nuestra sociedad y hemos
hecho a un lado, nos hemos olvidado de las buenas
noticias, las que comunican con seriedad y rigor periodístico cómo andamos,
y también del debate que se da en las páginas de los diarios –todavía con mucho nivel en algunos– sobre
circunstancias que nos afectan y atañen, y cómo superarlas o hacerles frente.
Habrá
que insistir. Tarde o temprano la lectura resurgirá; dependerá mucho de quienes
a diarios nos sentamos frente a un teclado, que eso sea posible. Debemos
prepararnos más, ayudar a las nuevas generaciones de comunicadores a que no
dejen de cultivarse, y acercar a
nuestros niños y jóvenes a buenos textos, sean de libros o de algún periódico.
AL GRANO
DE LAS COSAS que no deben suceder ni
repetirse… Padres de familia de la escuela primaria ‘Narciso Mendoza’ de la ranchería Tumbulushal, municipio de Centro, bloquearon
el viernes la carretera federal Villahermosa-Teapa, en demanda que la
Secretaría de Educación de Tabasco (Setab) les asignara un intendente… Después
de casi tres horas de cerrar la vía, decidieron levantar su protesta con la
amenaza de repetirla otro día… El secretario de Educación, Guillermo Narváez Osorio dejó claro que no negociará con
quienes realicen este tipo de acciones… La Setab “no cederá a chantajes de
ningún tipo, ni abrirá negociaciones con quienes afecten a terceros cerrando
escuelas o vialidades”, estableció el funcionario estatal…
ES BUENO SENTAR precedentes: primero,
que no se negociará ante situaciones de este tipo; segundo, que impedir la
libre circulación vehicular es un delito que afecta, sobre todo, a terceros
–que somos todos los demás– y que amerita la aplicación de la ley para quienes
la violentan… Ahí vamos… Recuerdo que en mi primaria los alumnos hacíamos la
limpieza diariamente y nuestros padres acudían una vez al año, en sábado, a
pintar los salones… Hoy ya no quieren ni despeinarse… Cuánto hemos avanzado…
Y HOY VIENE una vez más –por quinta ocasión como Presidente de México–Andrés Manuel López Obrador,
para conmemorar los ‘500 años de la
batalla de Centla’…
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