Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Si le dijera que me enumerara diez
productos manufacturados en Tabasco por industriales oriundos de esta tierra,
¿cuáles mencionaría?
Chocolate en polvo y amargo en barra,
avena con cacao, horchata de arroz, salsas de habanero, chile amashito en conserva, platanitos fritos
salados, totopos de maíz, panetelas, ostiones ahumados enlatados, chorizo
argentino, chistorra, quesos, vainilla, vinagre de caña, jabón de coco, bolsas
de polietileno, popotes… ¿se me escapó alguno?
Habrá otros de elaboración artesanal, pero
son difíciles de localizar en tiendas de autoservicio o de conveniencia, a no
ser que se visite el local de don Alonso
Zurita Pérez en el mercado José María
Pino Suárez.
No incluyo de la industria petrolera
porque es propiedad de la Nación, ni al cemento porque ese lo fabrica una
trasnacional, ni la salsa Tabasco
porque esa no es nuestra ni se embotella aquí.
Las manufacturas tabasqueñas son
básicamente agroindustriales, por no decir artesanales y, en muchos casos, son
negocios familiares que han sobrevivido con enormes sacrificios.
Para el INEGI, Tabasco tiene escasa presencia en la industria
manufacturera y su participación en el producto interno bruto (PIB) estatal se
ha mantenido prácticamente sin variación los últimos meses.
La economía tabasqueña está atada
irremediablemente al petróleo. Al cierre del 2014, la ‘minería petrolera’
aportaba 60 por ciento del PIB de Tabasco. Cuando a Pemex le va bien, algo nos salpica. Pero cuando le va mal –como
sucede ahora con la caída de los precios del crudo– al estado le va peor.
Llevamos ya perdidos –de septiembre
de 2015 a la fecha– 15 mil empleos formales, bien remunerados y especializados
vinculados a la industria petrolera. Y a los despedidos no hay dónde
acomodarlos.
Urge encontrar mecanismos para dar
ocupación a ese cúmulo de cesantes y a miles de profesionistas que año con año
egresan de nuestras universidades con la ilusión de encontrar un espacio para
demostrar sus capacidades.
Tenemos que pensar y actuar pronto
para encontrar la salida a esta crisis laboral que, de no atenderse con
celeridad, podría desencadenar conflictos de índole social mayores a los que de
por sí padece el estado: inseguridad, economía informal, etc.
¿Cómo lo lograremos? La clave está en
lo que se ha insistido los últimos días: la diversificación de las actividades
económicas de la entidad a partir del rescate y fortalecimiento de las
agroindustrias, y el establecimiento de industrias que sean generadoras de
empleo y motor de desarrollo para el estado.
Ya es tiempo que los productos
tabasqueños salgan del pasillo que les asignaron en el supermercado y del
puesto de don Alonso Zurita, a conquistar los mercados nacionales y
extranjeros.
Éste es el momento para crear
verdaderos parques industriales, con infraestructura y tecnología, pero no como
los que hoy existen: polígonos con enormes bodegas a las que llegan
tracto-camiones procedentes del norte y centro del país a descargar mercancía.
Y dicen que tenemos seis ‘parques industriales’ (El Economista, 13/mayo/2016).
Si Enrique Peña Nieto cumple la palabra dejada en prenda aquí el 4 de
mayo, antes que fenezca 2016 deberán estarse dando pasos sólidos para la creación
de la Zona Económica Especial Campeche-Tabasco
y la conformación del consejo que le dé seguimiento a los compromisos
presidenciales, integrado por los sectores empresarial, social y público.
¿Para qué sirve una Zona Económica Especial? Por lo que nos
han vendido en los discursos oficiales, en ella se podrán detonar parques
industriales con capital privado. Una serie de industrias en torno a una
factoría ancla.
Fíjese que la directora general de la
Asociación Mexicana de Parques Industriales (AMPIP), Claudia Ávila Connelly –citada por El Economista–asegura que hoy en día no hay una demanda que
justifique el desarrollo de parques industriales en la región sur-sureste; sin
embargo, la iniciativa del gobierno federal para crear las Zonas Económicas Especiales (ZEE), les da la pauta para empezar a
trabajar, tal vez pensando en el mercado centroamericano.
Respecto del decreto emitido por el
gobierno federal para la integración de cuatro ZEE, afirma que la inversión
proyectada por 115 mil millones de pesos, junto con incentivos fiscales
agresivos y las facilidades que se otorgan, harán que sea más fácil atraer la
inversión de las empresas y que éstas a su vez detonen desarrollo y empleo.
No todo tiene girar en torno al petróleo y las proveedurías que requiere
esta industria. Ojalá podamos entender que en el cacao Tabasco tiene un gran
futuro y una riqueza como la que generaba antes del boom petrolero. Sólo hay que agregarle valor como ya lo están
haciendo algunas familias: Cacep, Wolter, Riveroll… Pero lo hacen a pequeña
escala y carecen de tecnologías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario