Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Antes de la crisis petrolera de mediados de la presente
década, Paraíso era el segundo municipio tabasqueño –después de Centro– en recibir
cuantiosas inversiones privadas. Despuntaban la hotelería, negocios de
proveedurías y servicios relacionados a la industria petrolera, centros
comerciales en la ciudad y restaurantes turísticos en el corredor Puerto
Ceiba-El Bellote-Chiltepec.
Vino la caída en los precios internacionales y en
la producción nacional de hidrocarburos, y el municipio costero cayó en la
incertidumbre por la falta de movilidad en su economía. Desempleo, inseguridad,
cierre de negocios y migración de su población, han sido indicadores al alza en el último lustro.
El exiguo circulante
que mantuvo vivo al municipio, provenía de actividades tradicionales: el
turismo local atraído por sus playas y gastronomía, y la pesca que, pese a la
industria petrolera que le quita mano de obra y le contamina cuerpos de agua,
ha podido mantenerse porque abastece al mercado estatal, de la capital mexicana
y la Riviera Maya.
¿Qué le depara el destino a Paraíso y a sus
habitantes? Un indicador de que se avizoran tiempos de bonanza es que los
rótulos en casas de toda la demarcación, indicando que estaban en venta o
renta, se han retirado. Los bienes inmuebles volvieron a cotizarse alto en todo
el municipio. Los hoteles que hace meses debieron castigar tarifas para no cerrar, se preparan para captar al llamado
turismo de negocios que se espera
para los nuevos tiempos.
¿La razón? La refinería que el gobierno federal
establecerá en Dos Bocas, con una inversión –según lo anunciado por el
Presidente Andrés Manuel López Obrador–
de 160 mil millones de pesos a ejercerse en tres años. En cuestión de días se
dará a conocer cuál de los cuatro grandes postores se quedará con la Gerencia
del Proyecto (Project manager) de
construcción de la mega-obra.
No sé si los paraíseños dimensionen todo lo que
llegará al municipio a partir de los próximos meses con la construcción de la
refinería, pues en una superficie de 566
hectáreas de propiedad federal –que desde fines del 2018 han estado
acondicionándose– se establecerán 17 plantas de proceso, además de plantas de
energía eléctrica y servicio auxiliares, 93 esferas de almacenamiento, enlaces
con la terminal marítima Dos Bocas, con carreteras y a vía de ferrocarril, así
como obras hidráulicas y de saneamiento.
En sus instalaciones se procesarán 340 mil barriles
de crudo al día, lo que equivale al
30 por ciento de las gasolinas que actualmente son importadas. Su diseño se concibió para procesar crudo maya de 22 grados API, un
petróleo pesado que se obtendrá de 16 campos que se ubicarán en aguas someras y
en tierra frente al Golfo de México.
Para su adecuado funcionamiento, se requerirán
obras complementarias, dentro y fuera de la refinería que significarán negocios
atractivos para muchos empresarios tabasqueños de los ramos de la construcción,
manufacturas, proveedurías y servicios. Se calcula que en su edificación y
operación habrán de generarse 35 mil empleos, de los cuales 23 mil serán
directos.
Todo eso
requerirá de inversiones adicionales para que el crecimiento del municipio vaya
a la par del proyecto de la refinería. Deberán realizarse obras de
infraestructura con visión de largo plazo, para dotar de servicios a los miles
de trabajadores que llegarán a asentarse allá y dar movilidad a los
trabajadores de la industria petrolera y a los lugareños que hoy padecen
maltrechas vialidades que el gobierno local no se atreve siquiera a bachear.
En su gira,
ayer, por Paraíso, el gobernador Adán
Augusto López Hernández resaltó que el municipio costero será el que
recibirá la mayor inversión federal y estatal de Tabasco, tanto por la
refinería como por las obras complementarias, y citó el libramiento de la
ciudad que tendrá longitud de nueve kilómetros y comenzará a construirse hacia
el último trimestre del año, obras de agua potable para abastecer al 80 por
ciento de la población, y plantas de tratamiento de aguas residuales que eviten
que el río Seco y los cuerpos lagunares
–que son fuente de sustento para cientos de pescadores y productores
ostrícolas– se sigan contaminando por los residuos de sus habitantes y de la industria
petrolera.
Los
paraíseños tienen que aprovechar esta gran oportunidad. Pero no se trata solo
como antaño –con el boom petrolero–
de ir a buscar emplearse en Pemex o en las compañías que le trabajan, sino de
aprovechar las potencialidades que tiene el municipio, para hacerlo un polo
turístico con sus playas y gastronomía, y un emporio pesquero y ostrícola. ¿Se
acordará alguien que Paraíso fue primer productor nacional de ostión y almeja?
“No todo puede ser
petróleo ni estar relacionado a la actividad petrolera. Por eso, lo que aquí se
está haciendo es el inicio de lo que debemos hacer en Paraíso”, destacó el
mandatario estatal durante la entrega de apoyos a productores ostrícolas del
municipio. Un buen punto de partida
para que el nuevo auge del sector energético no avasalle a la economía
tradicional. Ambos son compatibles, van de la mano para construir un futuro de
certidumbre.
AL GRANO
EL BOMBARDEO para que la refinería no se haga en Dos Bocas o,
simplemente, no llegue a hacerse realidad viene de todos lados… Que si Paraíso
es el peor lugar, que si no es negocio refinar petróleo en México, que si no
hay presupuesto para una obra de esa magnitud… Cómo no…
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