Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Especial para diario Rumbo Nuevo
2014 será un año crucial para el PRD,
pues antes de las elecciones del año venidero –por el mes de abril próximo–
deberá refrendar su condición como partido mayoritario en Tabasco cuando el
Instituto Federal Electoral (IFE) le conceda al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) su registro provisional como partido político, y la base
militante del sol azteca tendrá que
definir con quién se va, si con melón o
con sandía.
Hay quienes apuestan a que del PRD, que
en julio de 2012 –merced a la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, al descrédito de los gobiernos
perredistas y a malos candidatos postulados por el PRI– logró la hazaña de
hacerse del poder público en Tabasco, sólo quedará el cascarón una vez que Morena sea reconocido como partido
político en el estado.
Sin embargo, hoy el PRD todavía puede
presumir que quien encabeza el gobierno estatal –Arturo Núñez Jiménez– surgió de sus filas, que es el partido
hegemónico en el Poder Legislativo y que siete de los 17 ayuntamientos son
presididos por perredistas.
Con esos espacios y la posibilidad de
seguirlos detentando si mantiene el voto mayoritario en los comicios locales de
2015, la dirigencia estatal del PRD se ha convertido en un platillo apetitoso
para muchos de sus cuadros que desde ya se han anotado para conducir sus
destinos en el periodo estatutario que inicia en marzo de este año.
Como sucedió en el PRI –que pudo librar
de conflictos la renovación de su dirigencia y hoy se muestra cohesionado,
haciendo los preparativos para la batalla de 2015–, en el PRD ya se debate cuál
debe ser el método para seleccionar al nuevo dirigente estatal y se escuchan
voces rechazando una supuesta línea
que estaría procediendo de la Quinta
Grijalva para imponer al coordinador de asesores de la gubernatura, Agustín Silva Vidal.
En el cuartel de Morena en Tabasco, Octavio
Romero Oropeza y Javier May
Rodríguez, presidentes del Consejo Estatal y del Comité Ejecutivo en la
entidad, mantienen una presencia en medios de comunicación sin dar muestras de
interés por querer causarle un desgajamiento al PRD.
Pero Romero y May están a la espera del
momento decisivo y será entonces cuando se vea de qué cuero salen más correas: si de un PRD dominado por el
diputado federal Juan Manuel Fócil y
otros jefes de tribus, o de la
corriente lopezobradorista representada
por los cabecillas de Morena.
Los mandos formales y de facto del PRD y en quienes ya optaron
por seguir en sus filas, deberían seguir con atención los recientes movimientos
de López Obrador, quien ya repuesto del susto de un infarto, ha resurgido con
nuevos bríos en la escena política, advirtiendo que Morena no irá de la mano con el partido del sol azteca en la lucha por echar abajo la reforma energética.
Los primeros que deberán decidir si se
quedan o saltan del barco amarillo, serán los diputados locales de la fracción
mayoritaria en el Congreso local, que no es precisamente un bloque
caracterizado por la cohesión.
Los legisladores del sol azteca acaban de deponer a su gris
jefe de bancada, Rafael Abner Balboa,
y en su lugar nombraron a Neyda Beatriz García
Martínez, que por su condición de coordinadora parlamentaria del partido
que detenta la mayoría absoluta, asumió también la presidencia de la Junta de
Coordinación Política.
Pero en la bancada amarilla no están
conformes con que se haya dejado en su puesto de vicecoordinador al jalpaneco Francisco Cabrera Sandoval.
Y lo que ya se ve como inevitable es que
antes que en este mismo primer periodo ordinario de sesiones, el Congreso local
tendrá una nueva fracción parlamentaria: la de Morena, que podría arrebatarle al PRD la condición mayoritaria, el
manejo del presupuesto del Poder Legislativo y muchas prebendas y privilegios.
Este debate apenas empieza.
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