Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Especial para diario Rumbo Nuevo
En seis días, Arturo Núñez Jiménez estará haciendo el primer ‘corte de caja’ de su gobierno. Dirá a
los tabasqueños cómo ha resuelto los pasivos financieros y la carencia de
recursos; cómo ha enfrentado las deficiencias de servicios de salud y educación
principalmente y los gravísimos problemas de inseguridad, y cómo su gobierno ha
salido avante en estos primeros diez meses de gestión, pero también debe decir
en qué ha fallado y cómo dará a su administración el cauce requerido para
cumplirle a los tabasqueños.
En los primeros meses, cuando estallaron
conflictos sociales a los que tuvo que hacer frente y salieron a relucir pifias
de algunos de sus colaboradores cercados, Núñez Jiménez se justificó en que el
régimen del ‘cambio verdadero’ estaba pagando un ‘primer noviciado’ en el
inicio de su gestión.
Algunos problemas no sólo no se
resolvieron hacia la primera mitad del ejercicio anual sino se agravaron y
surgieron otros, pero el mandatario estatal tuvo en el caos heredado por su
antecesor el mejor argumento para justificar deficiencias y yerros de sus
funcionarios.
Una máxima de la política de la política
mexicana que aconseja que los gobernantes emplean el primer año de su gobierno
para el ‘pago’ de compromisos y favores recibidos en las campañas políticas,
fue una de las justificantes que se encontraron para entender del porqué Arturo
Núñez no ha removido a ninguno de los secretarios de su gabinete.
Sin embargo, queda su compromiso
expresado el 18 de marzo, de que nadie tiene ‘comprado’ el puesto para seis
años. “Mi único compromiso es con Tabasco. No tenemos compromiso con ninguna
persona en particular. Si alguien falla y no responde a lo que esperábamos de
él, se va del gobierno del Estado”, sentenció cuando hizo el primer ajuste de funcionarios en la Secretaría
de Gobierno.
El 26 de abril de abril el gobernador
decretó que estaba concluida la ‘fase de aprendizaje’ y el periodo de acomodos
al interior de gobierno, e hizo un apercibimiento a gabinete para constituirse
en un ‘gran equipo’ para producir buenos resultados para Tabasco.
El 2 de julio, cuando cumplió sus
primeros seis meses en el gobierno, en vez de hablar de los primeros logros de
su incipiente gestión, Núñez Jiménez tuvo que hacer una recapitulación de sus
propósitos.
“Vengo a recomponer Tabasco y hablarle
con la verdad a los tabasqueños, no a engañarlos ni a repetir los vicios o
errores que dejaron al estado sumido en zona de desastre”, manifestó al cierre
del primer semestre de 2013.
Y ante resultados que todavía no se
vislumbraban, justificó: “Es evidente que estamos pasando momentos muy
difíciles. Entiendo la desesperación de muchos que soñaron el ‘cambio verdadero’
tantos años, pero buena parte de los cambios también son intangibles y tienen
que ver con una política de gobierno diferente donde no hay margen para el
derroche”.
Hoy que han transcurrido diez meses completitos
del gobierno nuñista, parece que en
la ciudadanía no permea el discurso de un gobernante que le aseguraba que está
luchando día a día para vencer carencias, resistencias y vicios heredados para
implantar el ‘cambio verdadero’.
Es posible que algo no ha funcionado
para ‘venderle’ a la gente ese mensaje de que el cambio no se da de la noche a
la mañana, que no es sencillo cumplir compromisos de campaña cuando no hay
dinero suficiente y las carencias son mayúsculas. Pero también contra eso ha
tenido que remar el propio Núñez.
Quizá el informe que emitió el 16 de
octubre la calificadora internacional ‘Fitch
Rating’ dio respuestas a muchas interrogantes de la ciudadanía, pues
resaltó que el gobierno de Tabasco debió ‘apretarse el cinturón’, ‘sanear’ sus
finanzas y ‘sacrificar’ la realización de obra pública para hacer frente al enorme
déficit presupuestal y preservar una calidad crediticia que estaba por
perderse, pero nadie se ocupó en ponderarlo, como tampoco se ha enfatizado que
en 2014 se estará en posibilidad de reorientar el gasto hacia mayor inversión.
Hacia el cierre de 2013, es innegable
que algunos colaboradores del jefe del Ejecutivo no han estado a la altura de
las circunstancias y de la confianza depositada en ellos, y que eso ha obligado
al área de política interna a ‘apagar’ un fuego tras otro para mantener la
estabilidad del estado.
Tal vez por eso la población espera
cambios de funcionarios después del Primer
Informe de Gobierno el próximo domingo.
Pero también hay aspectos que deben destacarse
de este primer año de gobierno nuñista.
La firma del ‘Pacto por Tabasco’ es un gran logro de su política de diálogo con
todos los actores políticos y sectores de la sociedad, pero todavía deben
concretarse sus frutos. Hay una serie de leyes que hay que poner al día y otras
que deben crearse con el concurso del Poder Legislativo.
El ‘rescate’ del campo que habrá de
presumir, se ha dado merced al trabajo de resultados en su Secretaría de
Desarrollo Agropecuario, a los crecientes apoyos de la Federación y a que la
naturaleza ha sido generosa, pues en este año ni sequía ni temporada de lluvias
han sido del todo adversas. Pero falta muchísimo para que el sector avance
hacia una agricultura y ganadería tecnificadas, sistemas de riesgo,
agroindustrialización moderna y para que los cultivos tradicionales recuperen
su pujanza.
Lo que no debe perder de vista la gente
es que apenas es el primer año de un régimen distinto al PRI que se instaló
gracias a la alternancia. Tampoco el gobierno perredista debe caer en triunfalismo.
Y hace falta un buen
llamado a la unidad de toda la sociedad, al margen de revanchismos políticos,
para que Tabasco pueda caminar hacia esa nueva etapa de prosperidad que todos
anhelamos.
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