Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com
Especial para diario Rumbo Nuevo
El divorcio entre las élites del Partido de
la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha comenzado a tramitarse. Y no
será por la vía del común acuerdo en que se repartirán bienes y decidirán quién
se queda con los ‘chiquitos’ y el perro. No, se vislumbra una beligerancia
igual o peor a aquella memorable cinta ‘Kramer
vs. Kramer’ (1979) protagonizada por Dustin
Hoffman y Meryl Streep, o bien a
‘La guerra de los Rose’ (1989), con
la formidable actuación de Michael
Douglas y Kathleen Turner interpretando
a un matrimonio en que al principio todo era amor y acabaron peleados a muerte.
Si algunos
pensaban en que esa separación se daría hasta el 2015, cuando PRD y Morena irán cada uno por su parte a
conquistar cargos de elección popular en los procesos federal y estatal,
erraron los cálculos. El pleito entre perredistas y ‘morenos’ es hoy. Y se evidenció el viernes 25 en ‘Telerreportaje’.
Se lo cuento:
Ese día, el presidente del Consejo Estatal de Morena, Octavio Romero
Oropeza, solicitó espacio para desnudar
y colocar en el ‘mural de la ignominia’ a cinco diputados federales del PRD
que, desde su óptica, traicionaron al
pueblo y a Andrés Manuel López Obrador,
por haber votado en la Cámara baja a favor de la reforma hacendaria impulsada por el jefe del Ejecutivo de la
nación, Enrique Peña Nieto.
Y ‘ayudado’ por el comunicador Emmanuel Sibilla, Romero Oropeza fue
revelando los nombres de los legisladores perredistas que dieron su voto a
favor de la Ley de Ingresos federal para
2014 y otras adecuaciones legales en materia fiscal: comenzaron por Juan Manuel Fócil Pérez, quien en el
mismo programa ya había admitido que su voto sería a favor de dicha iniciativa peñista.
Luego
soltaron los nombres de los otros cuatro tabasqueños, que dentro del bloque de
72 diputados perredistas, contribuyeron a que con otros 209 votos del PRI, se
aprobara dicho paquete hacendario; ellos son: Tomás Brito Lara, Marcos
Rosendo Medina Filigrana, Gerardo
Gaudiano Rovirosa y Antonio Sansores
Sastré.
¿Qué hay detrás? ¿Hay componendas en la dirigencia
nacional del PRD? ¿Reciben dinero los diputados por votar? Esto es, ¿son
cómplices pero reciben un beneficio?, inquirió el
menor de los Sibilla. Octavio Romero hacía como que no quería aventurarse a
criticar a sus ex correligionarios.
Y le
contestó así: “Claro que pienso y claro que pienso mal, y claro que sospecho y
claro que se me hace raro, pero quisiera yo dejárselo a ellos mismos para que
te respondan esa pregunta, si te parece. ¿Qué te parece que en lugar que te
conteste si hay componendas, si hay intereses de por medio, dejamos a los
propios perredistas que contesten?”.
La respuesta
vino de inmediato de parte de Medina Filigrana. “No se vale ir con medias
mentiras a hablarle a los tabasqueños. En mí caso particular, yo tengo un
compromiso con los mexicanos y con los tabasqueños. Mi compromiso con los
mexicanos es oponerme al alza del impuesto; mi compromiso con los tabasqueños
es garantizar que haya recursos para Tabasco y para las obras que se tienen que
hacer en Tabasco, máxima cuando tenemos un estado con finanzas públicas
quebradas”, aseveró.
No se anduvo
con rodeos para convertir su derecho a réplica en un contraataque ‘directo a la yugular’ de las cabezas de Morena en Tabasco: Octavio Romero y Javier May Rodríguez, éste presidente del Comité Estatal. “Una cosa
es el López Obrador y otra cosa es esta dupla de facinerosos”.
Y ya no se
contuvo: “Yo sí lo digo con sus nombres: es una dupla perversa que salen a
darse baños de pureza y a decir que
ellos no quieren cargos públicos, pero por atrás hacen negociaciones para
impulsar a sus familiares, a sus hijas y a sus amasias”.
Y se
convirtió en acusador: dijo que Octavio Romero, merced a una negociación con el
grupo de René Bejarano, impulsó a su
hija María Fernández Romero Luciano,
sin mérito alguno, para ser diputada (federal) plurinominal por Tabasco,
desplazando a jóvenes del PRD, años de militancia y de trabajo político”.
Y siguió con
Javier May, quien –según sus palabras– impulsó a Lorena Méndez Denis, que “después de ser gris en el Congreso local como diputada local, la hacen diputada
federal, para ser más gris; ¿Por qué?
¿Cuál es su mérito? Tener un hijo con Javier May”.
Y sentenció:
“Sí, salen a los medios de comunicación a darse baños de pureza, pero en el fondo son peores que muchos, porque por
un lado quieren engañar a la gente y por el otro lado, impulsan a sus
familiares para estar ostentando cargos públicos, sin mérito alguno”. Todavía
emplazó a Romero a que admitiera que su hija está entre los 10 diputados más
faltistas.
El ex
oficial mayor del CEN del PRD se justificó arguyendo que en el caso de su hija
no se le puede acusar de nepotismo, porque él no es funcionario público. Rechazó
el tráfico de influencias. Y defendió las inasistencias de su hija a las
sesiones en la Cámara baja, por un embarazo. De May Rodríguez no hemos conocido
su posición ante esa gravísima acusación.
El caso es que
ya hay un pleito casado entre los perredistas que se quedan en el PRD y los
perredistas que se van o ya se fueron a Morena.
No debe descartarse que el grupo de Fócil Pérez se adueñará por completo de la
franquicia solaztequista. Y tampoco,
que Romero Oropeza será el personero de López Obrador que controlará a las
estructuras de Morena en la entidad,
para convertirse él –Octavio–, en 2018, en candidato a gobernador, si no es que
antes regresa a la Cámara de Diputados federal o se anota para el Congreso
local…
Pero esto
apenas empieza. ¿Quién tendrá más ‘carne
de cañón’?
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